Es bastante probable que no conozcas el síndrome de Procusto a no ser que conozcas este personaje de la mitología griega. Si te parece vamos a recordar la historia de Procusto y enseguida entenderás en qué consiste el síndrome que lleva su nombre.

Historia de Procusto

Según cuenta la mitología griega, Procusto era un posadero del Ática que daba cobijo a los viajeros solitarios que se lo solicitaban. Tenía una sola cama de hierro dónde podían dormir los viajeros. Procusto pedia a los viajeros que se tumbaran en la cama para ver si era de su medida, y en ese momento les ataba y los amordazaba. No contento con eso, adaptaba la medida del viajero a la cama, es decir, si el viajero era muy alto lo cortaba para que cupiera en la cama y si era bajo le rompía los huesos y lo estiraba para que midiera el tamaño exacto de la cama.

Parece ser que la cama de Procusto era regulable, y siempre estaba regulada para que el transeúnte no se ajustara a su medida y así poder poner en práctica sus macabras prácticas.

Hasta aquí es lo que nos interesa saber, pero ya que estamos os contaré el final.

Durante muchos años Procusto estuvo recogiendo viajeros solitarios, y todos sufrieron la misma suerte, hasta que un día Teseo apareció por la posada, solicito alojamiento y cuando Procusto le propuso que se tumbara, Teseo le pidió que lo hiciera él. Cuando Procusto se tumbó sufrió la misma suerte que habían sufrido todos sus inquilinos y desde aquel día dejaron de desaparecer transeúntes solitarios.

¿Y el síndrome de Procusto?

El síndrome de procusto se podría definir como el efecto del “quiero que te vaya todo bien pero no mejor que a mi”

La persona que lo sufre no permite que nadie destaque por encima de ella, intenta que todo el mundo se adapte a lo que cree que es conveniente.

En el mundo laboral es fácilmente observable y la finalidad de las prácticas del síndrome de Procusto es evitar que alguien sobresalga. En función del grado de inestabilidad psíquica pueden llegar a tomar acciones drásticas, incluso culpando a sus víctimas de cosas que han hecho ellos para que reciban un castigo.

También es observable a nivel social, competencia entre vecinos por cosas tan absurdas cómo tener el césped más bonito, un coche mejor…

En ambos casos se esconden multitud de creencias limitantes tipo “yo no puedo llegar a su nivel”, “si uno tiene más el otro tiene menos”… Son creencias de profunda escasez que lejos de sernos útiles terminan minando las posibilidades de seguir evolucionando.

Un tema a parte seria el Síndrome de Procusto en la familia…

Un Procusto en la familia

En todas las familias hay como mínimo un procusto, y puede que hasta en algunas ocasiones, tú, desempeñes comportamientos de procusto.

Todos conocemos familias en que los hijos deben estudiar lo que dicen los padres, o no solo estudiar sino hacer lo que le dicen.

Muy a menudo la figura más procustadora de la familia es el padre, pero no por ello debemos descartar a la madre. Cuando un padre o madre tienen ese marcado carácter, nos encontramos que acostumbra a ser un tema transgeneracional, que adoptan esa figura cómo mimetismo de alguno de sus ancestros.

Ese comportamiento provoca efectos en los hijos, siempre en función del nivel de presión que ejerzan, pero que en los casos más extremos pueden derivar en hijos con trastornos psicológicos y maltratadores y en los casos no tan graves en inseguridades, timidez o inadaptabilidad a los cambios.

Mi pareja es un@ Procusto

Es común encontrar una pareja que tenga este comportamiento. Esta es una situación muy difícil de lidiar, sobre todo, cuando ya hace tiempo que existe este comportamiento.

Típicamente el desarrollo de la relación con este tipo de pareja empieza por ser una relación bonita en la que la pareja está feliz, pero el que tiene la programación de procusto va ganando terreno poco a poco. Empieza siendo muy sutil, con pequeñas cosas, puede que hasta agradables para la otra persona, como empezar a mostrar celos, llevar a la persona a todos los sitios, hacer comentarios sutiles sobre la ropa que lleva el otro, no dejar salir con alguna excusa…, y todo eso se hace de una manera dulce, sin que parezca una obligación, pero es un caramelo envenenado. Con el tiempo, esa sutileza va desapareciendo y se transforma en exigencias.

El Procusto no tiene un plan elaborado, es su manera de actuar inconscientemente, así que la pareja debería poder ir poniendo límites y mantener su espacio.

¿Cómo actúa el Procusto?

Básicamente tiene tres maneras de actuar, aunque todas ellas son complementarias:

  • Chantaje emocional; El Procusto pide a su víctima que haga o deje de hacer aludiendo al amor, a sus sensaciones, a sus sentimientos, al miedo, al qué dirán o pensarán o incluso a sus creencias religiosas. Muestran una gran habilidad para tergiversar los hechos y mostrar que aquello que ellos no quieren como un beneficio para la otra persona
  • Violencia física o verbal; Acostumbra a venir precedida de chantaje emocional, y cuando se produce siempre va acompañado de este. Un maltratador hace creer a su víctima que lo que pasa es la mejor de las opciones y el nivel de convencimiento llega a tal grado que puede terminar creando dependencia en el llamado síndrome de Estocolmo.
  • Boicot enmascarado; Esta es otra de las prácticas que ejerce el Procusto, idea planes para boicotear a la víctima, malmetiendo en los que le rodean. Lo empieza haciendo sutilmente y aumenta su intensidad en función de los logros de su víctima. Esta es una más de las formas de violencia que ejerce.

Estas tres maneras de actuar se combinan entre ellas de muy distintas maneras, y aunque algunas son fácilmente visibles, otras quedan muy bien camufladas.

El Procusto y sus efectos en el transgeneracional

A estas alturas ya sabemos que las emociones se transmiten de generación en generación y lo que resulta más obvio es que aquellos que desarrollan este comportamiento pueden haberlo aprendido en su hogar cuando uno de sus progenitores lo es.

Lo que no resulta tan obvio son las consecuencias fruto de repetir patrones de un ancestro víctima. Cuando uno hereda esos patrones tiende a repetir el papel de víctima para reparar aquello que vivió ese ancestro con el que tiene una relación directa, ya sea por ser doble o heredero universal. Así que cuando uno es víctima es fácil encontrar un ancestro que también ha sido víctima y de la experiencia de ese ancestro se puede aprender qué es lo que se debe reparar y cuál es la mejor decisión que uno puede tomar. A veces puede ser interesante saber elegir la pareja para que esta no sea doble del maltratador del ancestro, de esa manera minimizamos repetir patrones.

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En este sentido el estudio del árbol genealógico nos puede aportar muchísima información de valor y, además, saber elegir conscientemente que queremos para nuestra vida.

¿Cómo evito ser víctima de un Procusto?

Cuando actúa por la fuerza a través de violencia física o verbal, es fácil verlo y ahí es esencial marcar los limites, y marcar limites significa no dejar que te desvalorice en ningún sentido y si es así tomar acción, si es necesario alejarse del maltratador. Ten en cuenta que cuando eso se produce es que hay un choque de autoestimas y de amor propio, y que si tú no te haces respetar no te respetará. Lo peor de toda esta situación es que el Procusto hace creer a su víctima y a los de su alrededor que no ha hecho nada .

Intentar dejar en evidencia al Procusto en cualquiera de sus facetas tiene el riesgo de la reacción más violenta, especialmente cuando el síndrome se acompaña de más desequilibrios mentales, así que lo mejor es dar a conocer sus actos, conseguir personas que lo verifiquen o que medien y si es necesario poner distancia. Al final, si no hay otra solución y no entra en razones, cuanto más lejos mejor.

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