¿En algún momento de tu vida has llegado al punto de decirte: ya no puedo más, qué hago? Seguro que sí, todos hemos tenido momentos así, e incluso puede que estes pasando uno de estos momentos ahora mismo, pues estas técnicas para gestionar estados de desesperación y angustia te permitiran afrontar la situación con éxito

En primer lugar, para llegar a esta situación debe haber un cúmulo de cosas, por una sola cosa no se llega a estar desesperado, ¿has analizado qué cosas están pasando o te están alterando para que te sientas así? Haz una lista de las cosas que crees que te están yendo mal, sí, coge papel y lápiz y apunta, que, aunque te dé pereza las cosas se ven mejor cuando están negro sobre blanco. Muy bien, ahora apunta punto por punto cada cosa que hace que no te sientas bien, especifica tanto como puedas y sé explícito. Una vez escrito, cierra los ojos, toma una respiración profunda y déjate sentir las sensaciones de tu cuerpo. Aunque parezca un paso absurdo nos será muy útil para ver cómo evoluciona la masa del conflicto.

En segundo lugar, y sabiendo qué es aquello que te altera, sal a la calle, sí, sal a la calle y anda rápido, corre, ve en bici, rema, haz lo que quieras, pero muévete, y como ya tienes claras las causas de tu estado empieza a darle vueltas a todo mientras te mueves.

Aunque sé que no te apetece nada, es necesario hacer eso, no te saltes este paso. ¿Está lloviendo? ¡Perfecto!, ¿Cuánto hace que no te das un paseo bajo la lluvia y permites que el agua chorree por tu cara?, creo que es una de las sensaciones más revitalizantes que uno puede tener… Ya ves que no tienes escusas…

Digo que este paso es necesario porque cuando te pones en movimiento estas ejerciendo ambos lados del cuerpo, y, como ya sabes, cada lado del cuerpo está regido por el hemisferio opuesto del cerebro, de manera que pensar en los problemas mientras se hace ejercicio baja la masa del conflicto al mantener los dos hemisferios del cerebro activos.

Ahora que ya has procesado parte de la masa del conflicto estas en condiciones de ver cómo te sientes, así que otra vez, cierra los ojos, toma una respiración profunda y déjate sentir las sensaciones de tu cuerpo. ¿Qué ha pasado con la sensación que tenías antes? ¿Está igual?, ¿ha aumentado?, ¿Ha disminuido?, ¿Ha desaparecido?

Sí ha desaparecido es que tan mal no estabas… No era desesperación, era sólo algo problemático, pero el estar tan metido en ello no te dejaba relativizar, y ese es un punto clave.

“Cuando te pones en movimiento estas ejerciendo ambos lados del cuerpo, cada lado del cuerpo está regido por el hemisferio opuesto del cerebro, de manera que pensar en los problemas mientras se hace ejercicio baja la masa del conflicto al mantener los dos hemisferios del cerebro activos.”

Si sigues teniendo esa sensación, lo normal es que te haya bajado un poco, y si no es así… sigue haciendo ejercicio.

Con la sensación de no estar tan desesperado ha llegado la hora de empezar a plantearse una serie de preguntas para cada causa de las apuntadas anteriormente. La calve esta en, a través de las preguntas, darse cuenta de cuáles son las causas de tu desesperación que te resultarán más fáciles de resolver, y verás que para cada una resuelta te sentirás mejor.

Vamos a por las preguntas:

  1. ¿Qué haría yo si lo que me está pasando lo viera en otra persona? Qué le diría? En muchas ocasiones somos capaces de ver soluciones a la vida de otras personas y en cambio cuando estamos en medio de la misma tormenta ni siquiera se nos ocurren las soluciones más sencillas. Hacer esto es disociarse de la situación, y aunque no es fácil, es de una eficacia brutal. No te preocupes si ves que no lo consigues, es normal, estas demasiado obcecado con el problema aún.
  2. ¿Qué nivel de importancia tiene cada causa de mi desesperación? En este caso te pediré que las puntúes del uno al 10 partiendo de que 0 es nada importante, 5 importante y 10 de vida o muerte. Evidentemente ahí tendrás una perspectiva de hasta qué punto es lógico estar preocupado (por cierto, pre-ocupado es estar ocupado por cosas que aún no han pasado…)
  3. ¿A quién puedo pedir ayuda? Siempre podemos buscar a alguien que nos ofrezca soluciones o que directamente pueda solucionar nuestro problema, o puede que haya pasado por una situación parecida y le puedas pedir consejo…

Pedir ayuda es una de las cosas que nos cuesta más, pues hemos crecido creencia de que pedir ayuda es malo, ya en la escuela nos obligaban a hacer las cosas solos, y si pedias ayudas (en los exámenes le llamaban copiar) te castigaban por hacer algo malo… pero esta creencia la trataremos en otro post…

  1. ¿Qué acciones puedo hacer yo para solucionar cada causa? ¿Cómo puedo dividirlas en pequeñas acciones que no me generen un conflicto? Cuando dividimos las acciones en otras sub-acciones, estamos reduciendo la exigencia en la solución de las causas, y es más fácil actuar. No te olvides de marcar plazos de las acciones, y cumplirlos

Con todo esto ya tienes un plan de acción ante tu situación, ahora sólo necesitas empezar a actuar, y ya sabes, te vinculas con la acción y te desvinculas del resultado, pues ahora ya tienes a tu inconsciente programado con un objetivo, y este ha visto que es realista, ecológico, específico y medible.

Si quieres profundizar un poco más te recomiendo las visualizaciones, y si consigues llegar a hacer la visualización en un estado de relajación optimo, ya es sólo cuestión de tiempo que tiempo conseguir tu objetivo.

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