¿Puede cambiar nuestra realidad cambiando nuestras creencias?

La realidad que vive cada persona viene marcada por las creencias que sostiene. Esta afirmación proviene de un paradigma de realidad de infinitas posibilidades. Ya desde los antiguos filósofos se sostenía que cada individuo tenia poder sobre su realidad y en la actualidad cada vez se le da más veracidad. Estudios como el experimento de la doble rendija demuestran que la simple observación de las partículas (o su conjunto) hacen que colapsen en materia. En realidad las partículas tienen un doble comportamiento, se comportan como materia y al mismo tiempo como onda. Así pues, podemos afirmar que la realidad depende del observador, ¡pero el observador no es neutro!!!

Cada observador, o persona, ha generado a lo largo de su vida un conjunto de experiencias que le han llevado a tener creencias. Lo que vivimos, como lo vivimos, como lo interpretamos, lo que oímos y todo esto unido a las emociones que lo acompañan hace que mentalmente cada individuo genere su manera de ver el mundo. Esta manera de ver el mundo es producida de forma inconsciente y es la base de nuestra mente.

Si unimos el observador a su manera de ver el mundo es fácil deducir que la realidad que vivimos depende en gran parte de nosotros, pero, ¿Qué pasa si la realidad que estoy viviendo no me gusta? ¿Cómo puedo cambiarla? Pues en este caso deberemos trabajar con la parte más profunda de nuestro inconsciente, y sobre todo, con la estructura que lo sustenta, las creencias. Hay que tener en cuenta que las creencias no son ni buenas ni malas, es la sistematización de ideas que nosotros mismos generamos para protegernos de aquellas cosas que nos perturban.

Creencias hay millones, pero sólo las que entendemos como coherentes en un momento dado y van acompañadas de una emoción las que pasan a formar parte de nuestro inconsciente. La mayor parte de las creencias las adoptamos a una edad muy temprana y son las responsables de haber llegado hasta aquí. Lo malo de las creencias es que resulta muy difícil deshacerse de ellas, pues nuestros razonamientos las sustentan, pero por otro lado hay técnicas para modificarlas.

“Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones en tus hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en tu destino”

Mahadma Ghandi

¿Cómo puedo modificar creencias?

Para poder modificar una creencia, es necesario saber que forma parte de nosotros. Una persona que este habituada a trabajar con ellas puede localizarlas rápidamente en una conversación, pero para que podamos hacerlo nosotros mismos se requiere de mucha introspección. Con ello no quiero decir que uno se pase el día meditando para encontrarlas, aunque podría ser un método. Lo más fácil, teniendo en cuenta que posee su dificultad, es empezar a ser conscientes de para qué tomamos las decisiones que tomamos.

¿Cuáles son los resultados que esperamos? Y ¿para qué queremos estos resultados? Si seguimos preguntándonos el Para qué, llegara un momento en que entramos en un bucle de pregunta y respuesta, ahí, habremos encontrado nuestra creencia limitante. Esta manera introspectiva es bastante parecida al Metamodelo que se usa en PNL, aunque hay que decir que el metamodelo es mucho más completo y no solo usa el Para qué, sino muchas más preguntas capaces de desmontar la creencia más arraigada.

De las creencias que nos limitan, en nuestra mente aparecen los pensamientos que podríamos clasificar como no positivos (nótese que la valoración positivo-negativo va a depender de las creencias estructurales). Se calcula que el 60 % de los pensamientos que tenemos a lo largo del día son negativos, y que el 90 % de los pensamientos se repiten… ¿Cómo esperamos que sea nuestra realidad?

Un truco…

Os voy a dar un simple truco para minimizar los pensamientos negativos, una goma de pollo en la muñeca de la mano derecha. No os voy a decir que el simple hecho de que la llevéis ya va a cambiar la situación, eso podría ser así los dos primeros días, lo que os voy a pedir es que sigáis atentos a vuestros pensamientos, y en cuanto tengáis uno que no os gusta tiréis de la goma y dejéis que os impacte en la muñeca. Eso duele!!! Sí, duele un poquito, pero emulando el experimento del perro de Pavlov vamos a trabajar con un acto reflejo en el que nuestro inconsciente va a relacionar pensamiento negativo con dolor, y el mismo inconsciente se cuidadará de no generar esos pensamientos, dejando en desuso las creencias que consideramos limitantes.

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